sábado, 14 de marzo de 2015

Eclipse

Elucubrando en los febriles niveles de mi conciencia y tratando de entenderme a mi mismo, te he creado. Como quien dibuja en un vidrio empañado; a veces intentando vacíos planos, otras tantas provocando roces más profundos.

Un comic colmado de mounstros, que salen a flote en busca de alguien quien esté a la altura de tal caos. No obstante, te tengo y te pierdo. Un diálogo olvidado. Un Polaroid. Humo y licor. Un Neverland sin inocentes. Es cuando mientras más te pierdo, más te siento.

No es que no se sepa lo tengo, es que sólo se anhela lo que no se posee. Y tú no puedes extrañarme porque me llevas como un abrigo espectral tratando de cubrirte ante el atentado de otra carne. Más siempre tú, nunca dejaras de ser tú, propiciando una nueva fase, alguna otra ocasión.

Es mi sombra recreando un film porno? Como libramos nuestras rondas nocturnas. Como rezamos migajas de otros. Con tanta anorexia quedamos perplejos, embelesados buscando perdernos, tratando de olvidar nuestros propios nombres.

Entonces se podrá sentir el mismo toque o tienen callos nuestros motores? Escrutados en silencio, nos hemos negado nuestro momento. A quien podría pertenecer un agujero negro, sino al mismísimo Dante? No son escaladas ni recaídas. Habrán de ser patrones foliares en nuestra piel. Estigmas placenteros, rastros piadosos. Volviendo a negarnos una y otra vez.

Hice un eclipse porque es mi ángulo. La misma historia con nuevas ediciones. Otras tantas veces mal traducida. Todo dependerá de ciertas imposiciones. Más mi visión de ti es casi perfecta, tanta vida en tan corto tiempo. Has sido mía, la hoja del libro que no quiero arrancar; la piedra en el zapato ó mi talón de Aquiles, que me hace recordar que aún sigo en pie y que estoy vivo.

Quisiera elucidarte pero no puedo. Solemos hablar lo mismo pero en cuerpos celestes diferentes. Indexando esencias caducadas, un efecto placebo; vendiendo y comprando sueños mojados en una prisión o en algún convento.

La noche jamás dejará de ser noche. Te dejas ver la otra cara, tu lado más oscuro; mientras que te permito explotar entre mis vapores. Te haces tan real como lo que soy: un cuento de hadas sin magia, o mucha luz para los ciegos.

Como quien no quiere oír, son los faros atestiguando y las paredes confidentes de tanto recoveco. Las horas se hacen crueles y convergen oportunidades que no se pierden, sino que son disfrutadas por otros. Vicio de muchos, compañía de pocos.

No me importa la carga del telón. O cuantas veces tires las cadenas. Tus jadeos me contaron de lo que habla tu conciencia. La luna sigue brillando y es el sol quien la inoportuna.

Tesoro de reyes marginados. Un toque de formol para el corazón con astillas. Un poco de amor para el objeto sexual. Y es cuando ciertamente te plasmas en ondas de luz, el pergamino de mis orgasmos.

Ese momento perfecto que tanto se busca. Y llega la resolución. Un mismo fin con diversos intereses. Una rusa con la “carita feliz”. Miré al cielo. Eres real. Volví en mi mismo mordiendo el suelo. Contigo o sin ti. Aún respiro. Creo que estoy vivo.

Luego me alejo para no quemarte, un hito, que no dejará nunca de ser algo mítico. La cúspide del eclipse propensa a que se alejen los astros. Te quieres marchar y sigo tus huellas entre las estrellas. Tu camino es tenue, frío y distante; mientras que yo sigo aturdido.

Con mis manos pretendo hacer borrones, mientras procuras otros garabatos. Demente y siempre indómita. Así eres Luna, que brilla con luz propia.

No importa si resplandezco en el oriente, porque tu ya vienes por el occidente. No tenemos puntos cardinales, pero si de encuentros. Tú, siempre tú; has sido auténtica y eso me ha saciado. Así te imagino, te pienso y por sobre todas las cosas, te he creído.

Martha Zabaleta

(Viernes, 13 de Marzo del 2015)

No hay comentarios:

Publicar un comentario